Declaración de SEPLA frente a la XI° Reunión Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC)

10-13 diciembre de 2017, Buenos Aires

En diciembre, Sudamérica será el escenario para la realización de una nueva Reunión Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Se trata de la primera reunión de este organismo que se realice en Sudamérica, y esto no es casual. El avance de las derechas en el continente implica frenar cualquier plan de integración alternativo, y en cambio volver a instalar la idea de que el libre comercio es el único camino posible para nuestros pueblos.

En los últimos años, la liberalización comercial a nivel mundial ha aumentado sin pausa. Hemos visto la proliferación de Tratados de Libre Comercio (TLC) bilaterales o regionales, especialmente tras el declive de la multilateralidad de la OMC. Los efectos sobre los pueblos son notorios: las economías volcadas a la exportación han generado la ruptura de las cadenas de producción y consumo locales, generando desempleo y pobreza, y lanzando a millones al hambre y la desesperanza. Los efectos medioambientales de estas políticas también han sido desastrosos, profundizándose la expoliación de los territorios de acuerdo a las necesidades empresarias.

Estos efectos han dejado al descubierto que los TLC no son meros tratados sobre comercio de bienes, y el objetivo no es el acceso a mercados en sí mismo. Hoy, los grandes TLC megaregionales empujados tanto por EEUU como la UE y China (TPP, TTIP, CETA, TISA y RCEP) implican un avance en los derechos y privilegios de las grandes corporaciones transnacionales, pretendiendo la apertura y privatización en todos los sectores económicos que aún se encuentran regulados. Avanzan también en la protección de los inversores y del capital extranjero, garantizando su capacidad para demandar a los Estados ante tribunales de arbitraje internacional por cualquier política que consideren que afecta sus ganancias esperadas y la impunidad ante las demandas de los países perjudicados por los daños denunciados, causados por la inversión extranjera directa. Lo que esto nos muestra es que el “libre comercio” no es más que una máscara que oculta los intereses de las corporaciones, que pretenden la apertura indiscriminada, libre de impuestos aduaneros y controles a sus exportaciones e importaciones, para garantizarse mayores ganancias a costa de los derechos sociales, laborales y medioambientales de nuestros pueblos.

El cuestionamiento del sistema de libre comercio se ha multiplicado en las últimas décadas y va en aumento. Un hito en el proceso de descrédito ha sido la movilización masiva de las organizaciones sociales que en 1999 pusieron en evidencia los impactos negativos del proyecto de liberalización comercial en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC), en la ciudad de Seattle, EEUU. Pero este descrédito no solamente se produce desde el campo social. Actualmente, muchos gobiernos también cuestionan que la liberalización comercial traiga el bienestar a sus pueblos. Hoy está en claro que la agenda aperturista no posee el mismo apoyo entre los sectores dominantes y actores políticos que poseía en los años noventa. El resultado de la evaluación del pueblo mexicano y de sus instituciones económicas sobre el TLCAN, en el actual proceso de renegociación, es la salida de México de tal acuerdo.

Desde la SEPLA, también alertamos que la profundización del rol de América Latina en la división internacional del trabajo como proveedor de productos primario-extractivos para los grandes centros de acumulación, también conlleva la proliferación de grandes proyectos de infraestructura, en donde el concepto de “integración” sigue una lógica de mero abaratamiento del traslado de mercancías, y nada tiene que ver con la integración de los pueblos. Los proyectos como los que se impulsan desde la COSIPLAN-IIRSA (o grandes potencias), redefinen la geografía regional facilitando el saqueo y comprometiendo la soberanía de los pueblos sobre los bienes comunes.

La Ministerial de la OMC en el contexto latinoamericano

Veinte años de TLC en la región muestran los efectos nefastos de la desregulación y del avance de los derechos corporativos sobre los pueblos y el medio ambiente. La liberalización implicó la pérdida de capacidad de decisión sobre los servicios públicos básicos como el agua o la energía, y también generó la privatización de la educación y la salud. En la ideología del libre comercio, la economía es sólo un asunto de técnicos y burócratas, al servicio del libre mercado y del gran capital.

La llegada de la OMC al continente no es inofensiva. Es un intento por relegitimar las agendas librecambistas en un contexto de fuerte avance de gobiernos de derecha, que fuerzan la incorporación de términos como “competitividad” y “productividad” en su discusión con sindicatos y organizaciones sociales. La agenda que la OMC traerá a discusión a Buenos Aires implica un avance de los derechos corporativos en nuevas áreas como el comercio electrónico, las inversiones y los servicios, dejando de lado cualquier vestigio de “desarrollo” que esta organización pudo tener en los albores de la Ministerial de Cancún del año 2003. La Organización ha quedado desnuda como lo que es: un foro para la liberalización y los privilegios corporativos.

Frente a esto, es hora de poner en marcha las alternativas económicas y políticas que regulen el poder corporativo, den primacía a los derechos humanos y garanticen la armonía con la naturaleza. Por eso rechazamos la agenda de “libre” comercio y protección de inversiones en todas sus formas, sea mediante acuerdos bilaterales o por medio del ámbito multilateral como la OMC.

Desde una amplitud de movimientos sindicales, socio-ambientales, campesinos, indigenistas, juveniles, estudiantiles y anti-patriarcales venimos fundando una tradición de construcción horizontal -y desde las bases- de organizaciones que pre-figuren nuevas formas de vincularnos que superen la explotación del ser humano por el ser humano (desde espacios de educación popular, productivos sin patrones y sin corporaciones privilegiadas, etcétera). Sin embargo desde la SEPLA, observamos que nuestros espacios siempre tienen y siempre han tenido

las puertas cerradas para debatir en foros y con los gobiernos un perfil de integración que exceda lo comercial, lo financiero y las grandes obras de infraestructura en pos de la maximización de la tasa de ganancia. Nuestra tarea es impulsar foros y espacios de construcción plural que propongan conceptos de integración superadores de las lógicas actuales.

Nuestra América, 2 de diciembre del 2017

2017-12-Declaracion SEPLA sobre OMC.pdf

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