Transitando el final del primer cuarto del siglo XXI se hacen evidentes los problemas del orden capitalista como forma de organización social y de reproducción del orden natural. La pandemia del coronavirus exacerbó la lógica de la ofensiva capitalista en contra del trabajo, de la naturaleza y de la sociedad. El resultado es el deterioro de todos los indicadores relativos a la profundización de la explotación de la fuerza de trabajo y las pérdidas de ingresos y derechos de la población trabajadora en el ámbito mundial, tanto como la extensión del saqueo organizado de los bienes comunes de la humanidad, utilizados como insumo productivo de la explotación capitalista y que potencia la gravedad del cambio climático y el calentamiento global; todo lo cual se asienta en una dinámica favorable al consumismo y al individualismo, con expresiones de irracionalismo de derecha en las apuestas políticas en buena parte del planeta. Es un diagnóstico ratificado con ganancias en alza del capital más concentrado, de laboratorios farmacéuticos y empresas de tecnología de punta en el despliegue de la dominación capitalista en nuestra época, visibilizando aún más la acumulación sobre la base de la plusvalía bajo las formas tradicionales de la producción industrial transfiguradas en los formatos de las rentas en dinero o del suelo, bajo la supervivencia y potencia de la especulación financiera y la monopolización de la propiedad territorial de las formas de gestión de la producción primaria. La aceleración en la apropiación de plusvalía es lo que puede explicar el alza de los precios en la coyuntura, mecanismo de redistribución regresiva del ingreso socialmente producido. El capital trata de superar en el 2021/22 las caídas en las ganancias derivadas de la recesión del 2020 y consolidar una ofensiva liberalizadora para re-dinamizar los mecanismos de la explotación y el saqueo. Construir el imaginario comunista La construcción de alternativas al capitalismo es lo que se impone ante la gravedad de los acontecimientos en la contemporaneidad. Una alternativa que estuvo y está afectada en la dinámica de la lucha de clases con el desenlace del fin de la bipolaridad capitalismo y socialismo entre 1989 y 1991, hace ya tres décadas. Desde entonces, la ofensiva capitalista agrede la reproducción social y natural y desafía la construcción de un imaginario por otro orden social sustentable con el metabolismo natural. El comunismo fue la respuesta ofrecida desde el Manifiesto en 1848 como programa de los comunistas, consolidado con la crítica teórica desde la publicación de El Capital entre 1867 (Tomo I), 1885 (Tomo II) y 1894 (Tomo III), junto a variadas aportaciones intelectuales y política en todo el mundo, de Gramsci a Mariátegui, de Europa, EEUU, África, Asia o América Latina y el Caribe. Las experiencias de la Comuna de Paris en 1871 y más aún, de la revolución en Rusia en 1917 y las secuelas a su amparo sucedidas en China (1949), Cuba (1959), Vietnam (1973-5) y Nicaragua (1979), incluso con su impronta Irán (1979), habilitaban una perspectiva de construcción social de carácter alternativo al capitalismo en tiempos de expansión internacional de la producción capitalista y su transnacionalización. La respuesta fue una contra revolución inaugurada en Sudamérica en los primeros setentas del Siglo XX bajo el ejercicio de la violencia financiada desde el imperialismo. Casi medio siglo desde el golpe en Chile que definió el rumbo de las políticas económicas para reconstruir la ofensiva del capital mediante la liberalización y la extensión de las relaciones capitalistas de producción. Un nuevo tiempo para el despliegue del capitalismo nacía y lo asumió como programa el capital más concentrado en la “restauración conservadora” encabezada por la dupla Thatcher y Reagan a fines de los 70 y comienzos de los 80 en el siglo pasado. Hoy se viven las consecuencias de esa iniciativa política, que aparece como “desideologización y despolitización” de la mayoría social, que desafía a los comunistas a instalar la disputa por el imaginario social necesario para construir un nuevo orden social, económico, político y cultural, socialista y comunista, sobre la base de la lucha en contra del saqueo y la explotación, del racismo, del patriarcalismo y toda forma de discriminación. El desafío incluye la disputa por la conformación de respuestas populares de construcción comunitaria y de autogestión de la economía y la política, sobre la base de la más amplia participación democrática en la vida cotidiana, radicalizando y revolucionando las formas de la convivencia. La perspectiva comunista supone una subjetividad consciente por la transformación revolucionaria de la sociedad, construyendo ahora las nuevas formas del orden emancipador con privilegio en la experiencia por la lucha del común, incluyendo la novedad de una institucionalidad popular participativa en contra y más allá de la lógica de la ganancia y la acumulación capitalista. Buenos Aires, 11 de enero de 2022
Julio César GambinaCapítulo ArgentinaTransitando el final del primer cuarto del siglo XXI se hacen evidentes los problemas del orden capitalista como forma de organización social y de reproducción del orden natural. La pandemia del coronavirus exacerbó la lógica de la ofensiva capitalista en contra del trabajo, de la naturaleza y de la...Sociedade de Economia Política Latinoamericana