En un informe oficial de fines de enero pasado se menciona que: “El Ministerio de Economía refuerza su compromiso de alcanzar el equilibrio fiscal financiero en 2024, como punto central de un programa económico orientado a estabilizar la macroeconomía y generar las condiciones para un crecimiento sostenido del empleo.”
Queda claro que eso se logra: a) disminuyendo sustancialmente la transferencia de fondos discrecionales a las Provincias, “mejorando” las cuentas públicas nacionales e induciendo un “ajuste federal”; b) eliminando los subsidios al transporte público de pasajeros a provincias y disminuyéndolos en zona metropolitana, cargando ese costo en los presupuestos provinciales, con ingresos disminuidos por merma en la coparticipación y la recesión económica que afecta a todo el territorio nacional (medida que puede redundar en limitaciones o eliminación del servicio de transporte en localidades sin capacidad de sustentar el servicio público de transporte); c) no transfiriendo los fondos de incentivo docente, haciendo peligrar el inicio de las clases, según manifiestan los propios gobernantes de provincias.
Lograr el fin de déficit fiscal se explica también por la no entrega de alimentos a los comedores y muy especialmente con la licuación de las jubilaciones y los salarios estatales. En este sentido, el INDEC informa que, a diciembre del 2023, los salarios tuvieron una variación porcentual del 8,9%, contra una inflación minorista del 25,5%. Pero, en ese marco, si los salarios privados registrados se actualizaron al 11%, los del sector público lo hicieron al 5,5%. Mientras que la inflación minorista del 2023 que alcanzó el 211,40%, los salarios privados regularizados tuvieron una variación del 165,8% y los salarios estatales del 148,6%.
El ajuste fiscal, promesa de campaña electoral se está cumpliendo restando recursos a las provincias, y descargándose sobre el empleo público y las partidas del gasto social, que en definitiva se traslada como deterioro de las condiciones de vida de la población más empobrecida. El Ministro de Economía señaló que al no aprobarse la Ley de “Bases y Puntos de Partida para La Libertad de los Argentinos” (ómnibus), el ajuste fiscal deberá incrementarse. En efecto, la idea del déficit cero suponía una mejora del ingreso fiscal, especialmente tributario, en un 2,1%, lo que se suponía venía del blanqueo de capitales, la moratoria tributaria y la disponibilidad de alícuotas incrementadas de impuestos, sin efecto al caerse el tratamiento en las extraordinarias legislativas. Por eso, si la idea era reducir el gasto un 2,9%, ahora debe bajarse más al gasto para compensar la insuficiencia de ingresos fiscales previstos, más aún cuando no se podrá avanzar, por ahora con las privatizaciones de empresas públicas.
Con el profundo ajuste fiscal, paralización de la obra pública mediante y ña creciente recesión producto de la caída de la actividad económica, producción y circulación de bienes y servicios, el gobierno busca que la inflación disminuya del pico del 25,5% de diciembre. Así mostrará “sus logros”: bajar el déficit y la inflación, claro que primero duplicó el índice minorista de noviembre a diciembre, y luego bajará…¿a cuánto? Incluso, a qué costo social, en caída de ingresos populares y satisfacción de amplias necesidades alimentarias, sanitarias, educativas.
Devaluación del peso y rumbo para la dolarización
Pero los logros que se registran son también monetarios y entre ellos sobresale que, derivado de la devaluación, el BCRA disminuyó el pasivo en pesos y acumuló reservas por 7.000 millones de dólares contra una base monetaria de 8.000 millones de dólares según Milei. Son declaraciones del Presidente ante la sugerencia de Forbes para acelerar la dolarización. En efecto, Steve Forbes, editor y nieto del fundador de la revista Forbes, elogiando y apoyando a Milei, especialmente por su intervención en Davos, destacó que “si no dolariza no tendrá éxito”.
El camino de la dolarización empezó con la devaluación, confirmando el operativo tendiente al uso de los dólares del colchón o en cajas de seguridad, evidente en el gasto turístico de este verano, especialmente al exterior, incluso de pequeños ahorristas que compensan el gasto mensual liquidando sus tenencias de divisas ahorradas. Pero también desde el BCRA y la operatoria con el BOPREAL, el “Bono para la Reconstrucción de una Argentina Libre”, que dolariza los pasivos del Banco Central y tras su primera colocación de una serie por 5.000 millones de dólares empieza a ser atractiva para inversores, especialmente puesto de manifiesto con la compra realizada por el Fondo Black Rock. Bienvenidos los buitres, pareciera ser la onda de los financistas en la gestión del gobierno de la Argentina.
Milei dice que estamos cerca del objetivo de la dolarización, ahora planteado para el 2025, en el camino de Menem y Cavallo, sus referencias políticas de la Argentina reciente. Lo que debemos recordar es el final de esa experiencia en el 2001, con una pueblada derivada de una pobreza acrecida que quedó como fenómeno estructural del país actual, un fuerte desempleo como consecuencia de una actividad achicada, orientada como proveedora de bienes primarios bajo la lógica subordinada de la dominación del capital externo en una dinámica transnacionalizada de la economía local.
El problema es el consenso electoral que anima el ajuste, la devaluación, la desregulación económica, la libertad de comercio y para establecer precios, que está en la base del avance de una reaccionaria política económica, y que aun con importante resistencia no perfora aún el aval de los votos, por lo que el problema, más que económico es político.
La dolarización y el ajuste podrá pararse si se logra articular una propuesta política que no pretenda retomar tendencias estructurales del capitalismo local de los últimos años, sino precisamente una dinámica económica y política de cuestionamiento al régimen del capital.
Claro que no es sencillo, pero la voluntad del voto en el 2023 está más en el rechazo a lo existente y en la expectativa de soluciones a futuro prometidas con la liberalización de la economía y el crecimiento de la productividad para luego distribuir en beneficio de la sociedad. Una proclama jamás evidenciada en la historia del capitalismo y que el fracaso de las experiencias anticapitalistas no impide la reiteración de la crítica al orden vigente y la búsqueda de nuevos ordenes civilizatorios.
Buenos Aires, 13 de febrero de 2024
Julio César GambinaCapítulo ArgentinaEn un informe oficial de fines de enero pasado se menciona que: “El Ministerio de Economía refuerza su compromiso de alcanzar el equilibrio fiscal financiero en 2024, como punto central de un programa económico orientado a estabilizar la macroeconomía y generar las condiciones para un crecimiento sostenido del empleo.”...Sociedade de Economia Política Latinoamericana