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De Equipo FDEP en octubre 6, 2025 |

Con motivo del debate constitucional que se inauguró con posterioridad al estallido social de octubre 2019, el tema de la “autonomía” del Banco Central de Chile, su status, y la política monetaria, fue uno de los tantos espacios de confrontación ideológica donde la izquierda se mostró extremadamente débil y extraviada ante la penetración del neoliberalismo por décadas .
En una columna de inicios de septiembre, publicada en UnHerd por Thomas Fazi, se examina el mito que ronda la “independencia” de los organismos encargados de emitir la moneda y ejecutar la política monetaria. Situado principalmente en el espacio europeo, Fazi muestra como este mito solo esconde la necesidad de las élites de controlar a su antojo esta herramienta de la política económica, refugiándose en tecnócratas que no responden a las instituciones democráticas de sus países. Pone como emblema de esta cuestión al propio Banco Central Europeo (BCE). También aborda el conflicto que se encuentra abierto hoy entre Trump y la Reserva Federal, a propósito de su política comercial y sus continuos desacuerdos en torno a la tasa de interés (link al final de esta nota).
En el caso de Chile, debemos recordar que existe una suerte de adoración transversal, que permea incluso a sectores que se declaran de izquierda socialista y comunista, sobre el rol que ha jugado el Banco Central y las supuestas virtudes de su “autonomía”. La primera propuesta constitucional (Convención Constitucional) liderada por el progresismo, con fuerte presencia de la llamada Lista del Pueblo, ambos sectores con fuerte impronta identitaria, lejos de cuestionar las bases fundamentales del modelo neoliberal -como se ha querido hacer ver-, fortalecían el carácter neoliberal del Banco Central, constitucionalizando la política monetaria, manteniendo y perfeccionando el mito de la “autonomía”, pero también, haciendo algo que ni siquiera la Constitución de la dictadura llego a hacer: proponían constitucionalizar la política fiscal restrictiva, que eufemísticamente llaman política de “responsabilidad fiscal”. Dicho en términos simples, fueron sectores que se reclaman de izquierda los que conscientemente -porque este tema de discutió y hubo quienes lo plantearon en el seno del trabajo de comisiones- privilegiaron las demandas identitarias por sobre la eliminación de las bases esenciales del modelo neoliberal (ver Debrott, 2023: 131).
Por cierto, la derecha y los sectores de centro-izquierda de la ex Concertación formaron en este tema un frente común, con mucha coordinación y movilizando muchos recursos. Varios ex presidentes del Banco Central y ex autoridades del Ministerio de Hacienda encabezaron la defensa irrestricta del modelo (ver). Este discurso ideológico, que de “independencia” y “autonomía” no tiene nada, calaron fuerte en la gran mayoría de los constituyentes que, entre ignorancia en el tema y falta de interés en cuanto a la economía política que se jugaba en la Convención Constitucional, aprobaron una propuesta de Carta Fundamental, “radical” en cuanto a derechos identitarios, pero totalmente profundizadora del carácter neoliberal en materia económica. Como es sabido, esa propuesta constitucional fue derrotada por una hábil extrema derecha que optó por protegerse en materia identitaria y ratificar, ahora mediante un mecanismo democrático, las bases del modelo neoliberal fundado en dictadura.
Pero el tema evidentemente no está cerrado. Hace unas pocas semanas, la presidenta del Banco Central de Chile, Rossana Costa, dio a conocer el Informe de Política Monetaria (IPom) del mes de septiembre (ver al final de nuestra sección Audio-Visuales). En un apartado, en el que analiza las posibles causas del estancamiento de la economía chilena, le atribuye causalidad a dos reformas que fueron impulsadas durante el presente gobierno de Boric: la reducción de la jornada laboral a 40 horas (la que aun no se implementa y se hará gradualmente en varios años) y el aumento del salario mínimo. En voz de su presidenta, se trata de la opinión oficial del directorio del Banco, por tanto, es el propio Banco el que asume una opinión, que sin duda es política, en el contexto de un proceso electoral en curso, lo que devela que la idea de “autonomía” no es más que un slogan que se usa para proteger a la política monetaria del escrutinio público y de los mecanismos de deliberación democrática. Esta misma lógica de protección tecnocrática está presente en materia de política fiscal con la creación del llamado Consejo Fiscal “Autónomo”. Cabe recordar la polémica reciente sobre la necesidad de recortar el gasto fiscal que “sugirió” este organismo y que molestó al ex Ministro Marcel. Curiosamente, “tomó de su propia medicina”, ya que fue Marcel el que a inicios de los 2000 impulsó el fetiche de la regla fiscal.
Frente a los dichos del Banco Central, en los últimos días, se ha levantado la voz de la Confederación Bancaria de Chile, uno de los pocos referentes sindicales que mantienen una posición de genuina independencia respecto del poder gubernamental y de los partidos políticos que detentan el poder. En una declaración que vale la pena leer con detenimiento, salen a enfrentar directamente a la presidenta del Banco Central y argumentan sobre los costos que la población y especialmente la clase trabajadora ha tenido que soportar por décadas de políticas neoliberales. Es una muestra de que los trabajadores y los sindicatos no necesitan intermediación para establecer un debate con los “especialistas”. Es hora de que la izquierda tome nota de que la centralidad de los debates que vienen, como siempre ha sido, es la lucha de clases.
De cara a futuros espacios de discusión programática, la izquierda no puede cometer más errores, ni seguir eclipsado por las políticas de identidad. No se trata, como falsamente se divulga, de no compartir la gran mayoría de las demandas de sesgo identitario, muy por el contrario. Cabe recordar que las propuestas programáticas de la izquierda histórica siempre reconocieron la legitimidad e importancia de las luchas por la emancipación de la mujer, contra la opresión hacia afrodescendientes, o la necesidad de cambiar la mirada sobre el planeta, entre otras temáticas. Sin embargo, es el momento de reinstalar con fuerza, con claridad, la centralidad del trabajo y de la lucha de clases en el proceso político. Eso es justamente entender el rol que debe jugar la economía política en la emancipación humana.
A diferencia de lo que plantean los libertarianos, que sostienen la idea de eliminar los bancos centrales, la izquierda debe avanzar hacia un consenso en que la banca central y especialmente la política monetaria, deben estar al servicio de una política económica que favorezca el desarrollo económico-social y el mejoramiento de las condiciones de vida del conjunto de la población. De esta forma, debemos cuestionar una y otra vez el mito de la “autonomía” de la banca central, porque como bien ilustra Fazi, no es más que una ilusión orientada a ocultar los verdaderos intereses de la oligarquía y el capital financiero global.
Ir al artículo original: The myth of central bank independence Unelected bureaucrats run Western economies, de Thomas Fazi
Ver también traducción al español: El mito de la independencia del banco central: burócratas no elegidos dirigen las economías occidentales |
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