Preocupa la economía en la Argentina: sin inversión, con bajo consumo y saldo negativo del comercio internacional

Por: Julio C. Gambina

La realidad de la economía mundial es preocupante, ya que la desaceleración económica puede evolucionar hacia la recesión y el estancamiento. Es una situación que impacta regional y localmente con graves consecuencias para los sectores menos favorecidos, especialmente los trabajadores y sus familias. La valorización del dólar luego del triunfo Trump agrava la tendencia a la baja de los precios internacionales de exportación de nuestros países.

El informe conjunto de la CEPAL/OIT[1] de octubre pasado señala que se vive una “crisis en cámara lenta en los mercados laborales”, identificando un significativo crecimiento de la tasa de desempleo regional del 7,4% en 2015 a un 8,6% para el primer semestre en ambos. Ya no existe la situación fiscal que generaban los precios internacionales, las políticas de distribución del ingreso, o la masividad de una política social compensatoria. El cuadro es de incertidumbre.

Sin expectativas diferenciadas para el segundo semestre del 2016, el énfasis del informe de CEPAL/OIT se establece en las dificultades de las economías de los países sudamericanos, principalmente Brasil, el de mayor peso relativo. Queda claro que el impacto de los problemas económicos se traslada a la mayoría trabajadora de la región,

Por casa como andamos

La situación económica de la Argentina no es muy diferente, con cifras oficiales del Estimador Mensual de Actividad Económica de septiembre de 2016. Allí se informa de una variación negativa de 3,7% con relación al mismo período del año anterior, y un acumulado anual negativo del 2,4%[2],

Esa desaceleración, agravada con recesión productiva en el sector manufacturero y de la construcción está acentuada con el déficit comercial, ya que el INDEC informa que en el mes de octubre de 2016 las exportaciones alcanzaron un valor de 4.715 millones de dólares mientras que las importaciones sumaron 4.829 millones de dólares, registrándose un déficit de la balanza comercial de 114 millones de dólares.[3]

Por el lado del desempleo, hacia septiembre del 2016 baja del 9,3% del segundo trimestre (abril a junio) al 8,5% del tercer trimestre (julio a septiembre) sobre la población económicamente activa (PEA), es decir, población en edad de trabajar.

Aun con la mejora relativa, el gobierno impulsó esta semana un acuerdo entre empresarios y la CGT para congelar despidos hasta marzo próximo. También avanza con acuerdos paritarios para actualizar salarios sobre mejoras de productividad, caso emblemático de los petroleros.

La aspiración es profundizar esa línea y por eso el Presidente Macri les dijo a los empresarios de la industria que había que cambiar los convenios colectivos que vienen del siglo pasado. Dice que son antiguos, que hay que adecuarlos al nuevo siglo. El objetivo es, con la productividad como excusa, bajar salarios y con ello el costo de producción, siempre en aras de la rentabilidad del capital.

Sean las estadísticas oficiales o de los organismos internacionales, la economía argentina tiene problemas en sintonía con la situación mundial recesiva.

Pensemos que el PBI crece por inversiones, consumo o saldo favorable del comercio exterior. Así, la realidad hace agua por todos lados. Inversiones no llegan del exterior y la burguesía argentina prefiere especular o fugar divisas, apoyándose en elevadas tasas de interés que convalida el BCRA con la oferta continua de Letras, las LEBAC. Tampoco hay capacidad de inversión pública, agudizado con la sub-ejecución presupuestaria.

Además, no existe saldo comercial favorable, que como vemos es negativo, y del consumo ni hablar, especialmente de los de abajo, la mayoría de las trabajadoras y los trabajadores.

A tal punto llega la situación que el gobierno ya no hace propaganda con la llegada de inversiones esquivas, sino que comienza a lubricar el consumo, habilitando concesiones ante la demanda de movimientos sociales por 30.000 millones de pesos hasta el final del mandato, salvo, claro, que la demanda social y política se extienda en el futuro mediato (2017 es año electoral, que dicho sea de paso, ya comenzó).

También se extienden las ventas a plazo y el “ahora 18” pretende inducir más el gasto. Otro estímulo será la población con mayor disponibilidad de ingresos ante la eximición del medio aguinaldo al impuesto a las ganancias, lo que opera para salarios menores a 30.000 pesos y proporcionalmente para ingresos superiores.

Aunque no arranca, la economía promueve ganadores y perdedores

Algunos se preocupan porque la economía no arranca, tal como se expresa en las manifestaciones macroeconómicas. Sin embargo, a no engañarse, en este marco de problemas, existen sectores minoritarios con grandes ganancias, especialmente en el campo de la especulación. Es el caso de grandes fugadores y evasores que ya blanquearon más de 22.000 millones de dólares y logran facilidades desde el Estado, su Estado capitalista.

La demanda social postergó los incrementos tarifarios y la lucha de movimientos sociales arrancó incrementos de gastos sociales en el cierre del año, claro que los sectores hegemónicos llevan ventaja con las medidas iniciadoras del gobierno Macri: la devaluación, quita de retenciones y pagos de la deuda.

Está claro que la balanza no está equilibrada y que para que ello ocurra se requiere mayor densidad social y política de la mayoría social afectada con políticas pensadas para que la economía, arranque o no, satisfaga a los sectores más concentrados y minoritarios. Como siempre señalamos, en definitiva es una cuestión política.

Buenos Aires, 25 de noviembre de 2016

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